¿Qué nos enseña la experiencia filipina sobre cómo se erosiona una democracia?
María Ressa, periodista y premio Nobel de la Paz 2021, estuvo recientemente en The Daily Show. Su conversación vuelve a poner sobre la mesa algo que evitamos mirar de frente:
Cuando los hechos dejan de ser comunes, el estado de derecho se vacía por dentro.
Lo hemos visto en Filipinas y hoy se reconoce en democracias consolidadas.
Paralelos incómodos entre Filipinas y Estados Unidos
Filipinas heredó de EE. UU. una arquitectura institucional con tres poderes co‑iguales y una constitución inspirada en la estadounidense. Y, sin embargo, sus garantías no impidieron que el poder ejecutivo concentrara autoridad con una rapidez estremecedora.
En 1972, el presidente Marcos declaró la ley marcial; décadas después, con Rodrigo Duterte (2016–2022), la normalización del miedo y la violencia institucional se aceleró bajo la retórica de la “guerra contra las drogas”.
En marzo de 2025, el Tribunal Penal Internacional arrestó a Duterte por presuntos crímenes contra la humanidad. La lección es dura: el papel constitucional no se defiende solo; necesita contrapesos vivos y ciudadanía activa.
María Ressa, algoritmos y democracia: la anatomía de la manipulación
Ressa lleva años advirtiendo que Social Media no son meros canales; son sistemas de amplificación con incentivos que premian el odio, el miedo y la mentira.
Un estudio del MIT (2018) mostró que las noticias falsas circulan seis veces más rápido que las verdaderas.
Y que, además, el acoso y la indignación multiplican su alcance. En otras palabras, los mensajes cargados de miedo, odioy hostigamiento tienen más probabilidades de hacerse virales que los hechos verificados.
Un mecanismo central aquí es la microsegmentación: la capacidad de dividir a la población en grupos diminutos para dirigir mensajes diseñados a sus miedos o intereses particulares.
Grupos de apenas unas decenas de personas, donde cada grupo recibe su propia versión de la realidad. Así, se fragmenta el debate público y se facilita la manipulación emocional.
Esto significa que el ecosistema digital no es neutral: se diseña para maximizar la emoción y el conflicto, y esa lógica moldea cómo percibimos el mundo y cómo actuamos políticamente.
Cinco mecanismos que erosionan la convivencia
Asimetría algorítmica
Unos pocos actores coordinados pueden inundar el espacio público con baja inversión y alta eficacia.
Normalización del abuso
El acoso digital contra jueces, periodistas o activistas degrada la aplicación imparcial de la ley.
Fusión poder‑plataformas
La captura o alineamiento coyuntural de empresas tecnológicas con gobiernos erosiona los contrapesos.
Fatiga cívica
Cuando todo parece ruido, la ciudadanía se retrae. Esa inacción es funcional al autoritarismo blando.
Desplazamiento del umbral ético
Medidas extraordinarias se naturalizan “por seguridad” y se quedan.
Qué hacer: una ruta mínima de responsabilidad democrática
Defender los hechos como infraestructura
Inversión sostenida en verificación, alfabetización mediática y acceso a datos públicos reutilizables.
Transparencia algorítmica y trazabilidad
Auditorías independientes, etiquetado de contenidos sintéticos y límites a la microsegmentación política.
Protección efectiva a periodistas y magistrados
Protocolos contra acoso digital, respuesta rápida y cooperación internacional.
Contrapesos vivos
Parlamentos y tribunales que actúan en tiempo real, no meses después.
Cultura de convivencia
Espacios deliberativos locales donde desacuerdo y cuidado coexisten. Sin tejido social, las reformas técnicas no bastan.
Por qué nos afecta directamente en nuestro contexto
Las dinámicas de manipulación informativa no son ajenas a nuestro contexto. Aquí también convivimos con burbujas digitales, vulnerabilidades institucionales y polarización.
La tentación de culpar a “la democracia” de todos los males es alta; lo honesto es aceptar que el deterioro democrático es un proceso social y tecnológico que exige responsabilidades compartidas.
Del apocalipsis a la batalla
Ressa habla de elegir entre “apocalipsis de la información” y “Armagedón de la información”. Elegir la batalla pacífica significa pasar de la queja a la acción: medir, intervenir, exigir y participar. La pregunta ya no es si puede ocurrir “aquí”, sino qué vamos a hacer —hoy— para que no ocurra.
Invitación a compartir experiencias y feedback
Nos interesa conocer cómo vives tú estas dinámicas. Si reconoces ejemplos de manipulación viral en tu entorno digital, cuéntanoslo. Déjanos tu feedback sobre el artículo y comparte tus experiencias: cada testimonio ayuda a enriquecer el debate y a construir respuestas colectivas.