En una reciente entrevista para The New York Times – Opinion, el periodista Ross Douthat conversó con Steve Bannon sobre su persona y influencia a la política actual y, el papel del populismo que ha llevado a un nuevo nivel.
A lo largo de la discusión, Bannon insistió en que el populismo no es exclusivamente conservador y que, más allá de la ideología, funciona como una herramienta de comunicación efectiva. “Soy un populista duro, soy un nacionalista duro. No soy un conservador”, dijo en un momento clave de la entrevista. En su visión, el éxito del populismo no radica en su contenido político, sino en su capacidad para conectar con la gente de manera directa, emocional y sin intermediarios.
Este punto nos parecía interesante porque desvincula el populismo de cualquier afiliación política. Si bien ha sido utilizado históricamente en movimientos de derecha e izquierda, su efectividad proviene de su estructura narrativa y no de su orientación ideológica.
Entonces, ¿es posible aplicar sus técnicas en otros espacios como el diseño social, la educación o el activismo, sin recurrir a la confrontación o la manipulación?
Un lenguaje directo para conectar con la gente
“No han sabido articularlo”, dijo Bannon refiriéndose a los conservadores tradicionales, a quienes critica por utilizar un lenguaje demasiado complicado y desconectado del ciudadano común. Esta afirmación resuena con el estilo de Franklin D. Roosevelt, quien, en plena Gran Depresión, utilizó discursos de radio para hablar directamente con los estadounidenses en un tono cercano y sin tecnicismos.
Aplicado fuera de la política, esto sugiere la importancia de simplificar sin perder profundidad. En campos como la educación o el diseño estratégico, esto significaría traducir conceptos complejos en historias y metáforas que resuenen con la experiencia cotidiana de las personas. Nelson Mandela también entendió esto al diseñar su discurso sobre reconciliación en Sudáfrica: no hablaba en términos legales o institucionales, sino en términos humanos, accesibles y poderosos.
La narrativa como motor del cambio
“Si no hay una lucha, ¿por qué somos populistas?”, preguntó Bannon en la entrevista. En su visión, el populismo se estructura en torno a una crisis urgente que debe resolverse inmediatamente. Esto no es exclusivo de la política: el relato de un problema y su solución es una de las formas más efectivas de movilizar a las personas.
Pero no toda narrativa populista tiene que basarse en el miedo o la confrontación. Jacinda Ardern en Nueva Zelanda demostró que es posible utilizar un enfoque populista basado en la empatía y la colectividad. Durante la pandemia, no habló de “enemigos”, sino de un esfuerzo conjunto: “Sean fuertes, sean amables”, un mensaje simple y emocional que conectó con millones de personas.
En un populismo aplicado al diseño social o la educación, el desafío es sustituir la estructura clásica de “nosotros contra ellos” por una historia de transformación compartida. En lugar de “nos han quitado nuestro futuro”, la narrativa podría ser “podemos construir juntos un futuro diferente”.
Movilizar sin manipular
“Los intelectuales públicos han hecho un trabajo horrible porque nunca han tenido interés en entender realmente qué es el populismo”, dijo Bannon. Esta frase encierra otra idea importante: el populismo no busca solo informar, sino generar acción. En la política, esto se traduce en movilización electoral, pero en otros contextos puede significar fomentar la participación, el activismo o el aprendizaje.
En el activismo social, el discurso populista positivo podría enfocarse en cómo las personas pueden tomar el control de su propia realidad. Evo Morales, por ejemplo, usó el populismo para darle voz a las comunidades indígenas, no a través de un discurso de venganza, sino de reivindicación y poder colectivo.
El riesgo del populismo, claro, es que su efectividad también lo hace fácil de abusar. Su uso en política ha sido instrumentalizado para la polarización, la manipulación y el refuerzo de prejuicios. Sin embargo, sus principios básicos—claridad, emoción, narración y movilización—pueden ser rescatados para causas que busquen construir en vez de dividir.
La pregunta que queda abierta es cómo hacerlo sin caer en las trampas del populismo negativo. Quizás la clave esté en cambiar la dinámica de “nosotros contra ellos” por una de “nosotros juntos”.
Y ahi lo dejamos.